De sábado sábado 289
Remberto Cárdenas Morales*
Los cubanos, dirigentes de la Revolución y gente de aquel pueblo combatiente, asumieron como propios el discurso y la acción del entonces presidente, Juan Evo Morales Ayma, respecto de lo que se sigue llamando proceso de cambio o revolución democrática y cultural en Bolivia. Sin embargo, algunos miembros de la misión cubana en nuestro país expresaban algunas críticas, de “baja intensidad”, ante el accionar del gobierno boliviano; se trataba de críticas, sin abandonar la fraternidad hacia compañeros que integraban el campo de los cambios.
En una ocasión, a uno de los embajadores de Cuba en Bolivia, le pregunté: por qué: los cubanos definían también de aquella forma al proceso en el que el único que decía y decidía era Evo Morales. Aquel diplomático —para mí político y diplomático, aventajado respecto de otros— , respondió que ellos (los cubanos) recogían el lenguaje del entonces Presidente boliviano. Y agregó: este proceso es de ustedes y son ustedes los que tienen que ponerle el nombre que corresponda a su proceso, según lo que hagan.
Cae como el anillo al dedo añadir que aquel funcionario de la Embajada cubana en La Paz, ante varios amigos de la ininterrumpida Revolución Cubana, acerca de la propuesta para organizar la Cuarta Internacional, difundida por Hugo Chávez Frías, desde la Presidencia de Venezuela, dijo que los cubanos no estaban de acuerdo con esa sugerencia y que no estaban obligados a pensar como el líder de la Revolución Bolivariana y el socialismo del siglo XXI.
La solidaridad de los cubanos ha sido y se espera que siga invariable. con procesos revolucionarios y progresistas de Nuestra América o Patria Grande, de Bolivia especialmente.
Ese principio, la solidaridad, fue explicada por Fidel Castro Ruz, en su precursor alegato político y jurídico que tomó la forma de libro en: La historia me absolverá, definido también como el primer programa de la revolución de la Isla redimida de las Antillas.
En ese libro, el abogado Fidel Castro avisó que su país sería asilo de todos los perseguidos por las tiranías de la región. En Cuba, en este tiempo, viven perseguidos de varios países del mundo, como asilados
Esa es la solidaridad cubana con los revolucionarios antes, durante y después de los procesos transformadores que son irrepetibles, por lo que el Comandante en Jefe respondió a los detractores de la Revolución Sandinista, cuando ésta era tal. Proclamó que Nicaragua no iba a ser otra Cuba, que iba ser una nueva Nicaragua. Que ahora sea una nueva Nicaragua o no, debe abordarse en otro debate distinto y en otro escrito.
Algo más señaló Fidel, respecto de la ayuda o solidaridad material: Que los cubanos, añadió, compartían con otros pueblos lo que tenían y no lo que les sobraba.
La solidaridad política de los cubanos tenía y tiene los dos componentes planteados por Lenin: apoyo a los pueblos en lucha y lucha de los solidarios contra los opresores y explotadores de nuestros pueblos.
El Che incorporó un elemento a ese principio de la solidaridad: Hay necesidad de correr la misma suerte del pueblo con el que se es solidario dijo, lo cual en cierto modo hizo él con la guerrilla que dirigió, política y militarmente, en Ñancahuazú (Bolivia) en 1967; con su ejército multinacional, por sus integrantes.
Esa propuesta del Che fue una práctica, apoyada en ideas, durante la guerra liberadora de nuestros pueblos del dominio colonialista español.
En lo que ahora es Bolivia luchó y murió, entre otros, Ignacio Warnes, el que comandó la lucha y con sus hombres bajo su mando. liberó un territorio llamado republiqueta, una de las más avanzadas, de acuerdo a historiadores que están lejos de la interpretación marxista, incluso se podría decir que varios de ellos son antimarxistas, pero estudiosos de esa historia.
Bolívar, el “caraqueño valiente”, como se lo define en una cantata boliviana, batalló por la independencia de lo que ahora es Bolivia, con “su” Ejército compuesto por soldados de diversas procedencias, junto con su lugarteniente Antonio José de Sucre. El Libertador, además, fundó nuestro país, para el que redactó la primera Constitución.
José de San Martín, argentino, es reconocido en Perú como uno de los jefes militares (y políticos) de la independencia del Estado hermano y vecino.
El generalísimo Máximo Gómez, fue el principal jefe militar de la primera guerra liberadora de Cuba, sin haber nacido en la Isla indomable, porque fue de República Dominicana.
La generala de los ejércitos argentino y boliviano, Juana Azurduy, extendió sus combates hacia el ahora norte de Argentina, donde unió sus acciones con las del lugareño norteargentino Güemes, por lo que actualmente, merecidamente, ostenta aquel doble grado militar, concedido por Bolivia hace poco, es decir, con demora, porque antes fue ascendida por el Ejército argentino.
Más cerca de aquellos episodios está el rol de varios dirigentes políticos y militares en la primera liberación de esos pueblos y ahora Estados, hablamos de la gesta de esos pueblos en contra de las invasiones yanquis.
Augusto César Sandino empuñó sus armas para liberar Nicaragua y otros pueblos y países, centroamericanos y caribeños. Farabundo Martí, salvadoreño, siguió por una senda parecida al del General de hombres libres, incluso compartió un estado mayor con Sandino.
Además, quizá un día se conozcan nombres y circunstancias de los revolucionarios, especialmente comunistas, que lucharon y murieron, por ejemplo, en El Salvador, por la liberación del Pulgarcito centroamericano.
Francisco de Miranda, otro venezolano notable, luchó por la independencia de Estados Unidos.
Estas referencias, sobre aquellos guerreros señeros, podrían seguir.
Sin embargo, es imposible omitir el aporte de Andrés Bello, intelectual venezolano sobresaliente, que fue rector de la Universidad de Chile.
Ahora aquella conducta —luchar y/o morir en lugares donde no se nació y con pueblos hermanos— es el internacionalismo militante.
Sobre el lugar de nacimiento, vale recordar que el Che se consideraba, además de argentino y cubano, latinoamericano.
Algo más que refrenda el heroísmo de nuestros pueblos y la hermandad que se construye en la lucha de clases, entre los que realmente producen un nuevo valor o valor agregado.
Antes de la masacre de más de 3.000 trabajadores de empresas salitreras, en el norte de Chile, Iquique (1907), entre los obreros que exigían aumento de salarios y mejores condiciones de trabajo, hubo asalariados bolivianos (orureños, especialmente). El Cónsul de Bolivia en Chile se reunió con los bolivianos y les dijo: Vámonos de aquí, nosotros no somos chilenos, somos bolivianos, nada tenemos que hacer como parte de este conflicto. Uno de los compatriotas le respondió a ese Cónsul: tú no eres nosotros, nosotros con chilenos vinimos y con chilenos morimos. Y murieron en la masacre de Santa María de Iquique, una compañía que extraía salitre. explotadora y opresora de ese grupo laboral.
Con esos antecedentes, por los que la gente de nuestros pueblos legítimamente sacan pecho, la pregunta es por qué han venido tantos cubanos, médicos y profesores, a Bolivia.
Los oculistas han operado, de carnosidad y de cataratas, a … bolivianos, argentinos, peruanos, brasileños: más de 530.000, según datos del Ministerio de Salud de nuestro país.
Los otros médicos cubanos han atendido (consultas y operaciones) a más de 730.000 pacientes de los países citados, bolivianos la mayoría.
Los profesores cubanos y algunos venezolanos (incluidos bolivianos) alfabetizaron con las consignas: “Yo sí puedo” y “Yo si puedo seguir”.
El dinero para esa campaña de alfabetización y para las de salud llegó, especialmente, como donación del Estado de Venezuela.
Los cubanos construyeron hospitales, a los que dotaron equipos nuevos y tecnología de punta.
Esos hospitales fueron ofrecidos al Estado boliviano en venta por $us.- 7.000.000, precio bajo se dijo, pero no hubo oferta del Estado boliviana, mientras que un empresario privado quiso pagar al contado por esos siete hospitales. El autor de esta nota no sabe si fueron vendidos esos hospitales, aunque parece que siguen en propiedad de los cubanos. Son los establecimientos de salud en los que trabajan los cerca de cinco mil compatriotas formados, como médicos, en la Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana.
Hasta el momento de escribir esta columna han retornado a Cuba casi todos los más de 700 médicos que trabajaban en lugares a los que los galenos bolivianos no quieren ir a laborar. Los pacientes de esos lugares, muchos distantes y sin caminos de acceso, deben sentir ya la ausencia de aquellos médicos los que, por añadidura, se consideraban seguidores del Che, no como combatientes guerrilleros, sino como médicos.
Cuatro de esos médicos, culpados sin pruebas de pagar a los marchistas que en El Alto pedían el retorno de Evo Morales a gobernar hasta el 22 de enero próximo, se los ha retornado a Cuba, después de días de una detención indebida, al parecer.
Con un grupo de compañeros que compartimos ideas, temíamos y tememos que cualquier desaforado del actual gobierno provisional de nuestro país, proponga, como probablemente lo hizo, que Bolivia rompa relaciones diplomáticas con la tierra de Martí y de Fidel, como se han roto las relaciones diplomáticas con Venezuela.
Esa medida, materializada en el caso de Venezuela, no destruye ni destruirá la amistad y la solidaridad entre nuestros pueblos, boliviano y venezolano.
En cuanto a las relaciones Bolivia-Cuba, luego del aplauso de los gobernantes yanquis por la salida de los médicos cubanos de nuestro país, con los amigos y compañeros citados, reafirmamos que la disposición de los actuales gobernantes transitorios de Bolivia es un gravísimo error, al estilo del presidente Bolsonaro de Brasil.
Con ese grupo de amigos y compañeros les respondemos que el retorno obligado de los médicos cubanos a su patria, es una decisión absolutamente ajena a la mayoría del pueblo boliviano que está con la Revolución Cubana, a pesar de todo.
Somos muchísimos los bolivianos que afirmamos que Cuba es un ejemplo de lo que debemos hacer en Bolivia y en Nuestra América o Patria Grande, más allá de que en la Mayor de las Antillas se advierte el riesgo de restauración capitalista y de la democracia de explotadores y opresores.
Sin embargo, como prometió Fidel Castro, la noche en la que se despidió de los bolivianos, desde La Paz, confiamos en que los revolucionarios cubanos lucharán para evitar el retorno del capitalismo y la democracia burguesa a la Isla revolucionaria.
Dejo constancia, asimismo, de que a mi no me afecta que ni Evo Morales ni sus secuaces guarden silencio sobre la salida de los médicos cubanos de nuestro país
Sobre la ruptura de relaciones diplomáticas de Bolivia con Venezuela, por orden de los gobernantes interinos, tampoco llama la atención, al grupo mencionado aquí, aunque la razón o sinrazón —depende desde dónde se miren las cosas— sea que aquellos venezolanos fueron capturados con armas las que, probablemente, utilizaron contra bolivianos del bloque de los alzados contra Morales y su gobierno.
Me cuento entre los solidarios con el pueblo de Venezuela, pero rechazo que el presidente Maduro haya dado plazo perentorio para que Morales retorne del exilio a gobernar Bolivia, aunque sólo sea por dos meses. O para pacificar Bolivia, lo que paree otra mentira.
Los venezolanos, además, tienen necesidad de redoblar, allí en Venezuela, la guardia de la Revolución Bolivariana, proceso con el que es muy difícil ser solidario, para los que vemos de manera crítica lo que sucede en Venezuela.
Sobre el supuesto comandante de las FARC, argentino según se dijo, podría ser un desmovilizado porque aquella organización política y militar, mayoritariamente, ha firmado la paz que la aprueba la mayoría de los colombianos, aunque en la patria de Camilo Torres y Gabriel García Márquez, no ha cesado la matanza de gente de ese pueblo hermano: sólo en el último tiempo han sido asesinados 120 dirigentes indígenas de un departamento de Colombia. Quizá esa matanza explica el porqué una parte de las FARC no arrió las armas y se informa de que siguen los combates de esos militantes y de los del Ejército de Liberación Nacional.
Los gobernantes eventuales bolivianos aseguran que aquel aparente miembro de las FARC, habría disparado contra los que cercan las ciudades bolivianas por encargo de Morales. Ojalá se esclarezca ese hecho que preocupa.
Evo Morales en una ocasión sugirió que las FARC depongan las armas, antes del llamado proceso de paz colombiano.
Los cubanos, se sabe, estuvieron aquí con tareas para servir al pueblo boliviano, pese a lo dicho por un dirigente del CONADE de Cochabamba el que, vehemente, responsabilizó a los cubanos de organizar una matanza de bolivianos, como en Nicaragua y en Venezuela. Ningún otro boliviano ha dicho algo equivalente, aunque Camacho, presidente del Comité Pro-Santa Cruz gritó un muera el comunismo, en una de las “puertas” de ingreso al Plan Tres Mil, en Santa Cruz de la Sierra.
Evo Morales ha debido pedir apoyo a los cubanos para el proceso de cambio, al estilo de bolivianos —de lo que fui testigo— que preguntaban a los cubanos en La Paz, qué hacer en el próximo congreso de la COB, qué más ejecutar contra tal gobierno neoliberal o cómo unir aquí a la izquierda-
Sobre la subordinación ideológica y política de aquellos revolucionarios —varios de ellos están con la derecha y otros con Morales— saben que el que escribe este texto fue y es soberano respecto del quehacer político de los revolucionarios bolivianos, los que debemos decidir, nuestro accionar, aunque los consejos de otros revolucionarios podrían ayudar a seguir por un camino acertado. Bienvenidos los consejos, por tanto, pero el mejor que nadie elabore ideas en el mar Caribe para que luchemos por esas ideas aquí los que vivimos, trabajamos y luchamos por esta tierra en la que sus hijos alzados derrotaron a un considerado semidios, ahora exiliado en México
Para no olvidar otra práctica de la solidaridad de los cubanos ocurrió en Chile de Allende. Fidel, en un discurso, en el que opina sobre el golpe fascista de Pinochet, cuenta que los chilenos aceptaron el apoyo ofrecido por los cubanos, menos armas, porque los chilenos creían que la defensa de la revolución no armada de su país debían asumirla con los medios de los que disponían. Sin embargo, los funcionarios de la Embajada de Cuba en Santiago se batieron a tiros con los golpistas para impedir que se invada aquella Embajada, con soberanía cubana. El entonces embajador cubano Inchausti, en Santiago de Chile, fue herido en ese enfrentamiento exitoso para los isleños.
Resumo. Mi diferencia principal con los cubanos: ellos siguen creyendo que apoyan a una revolución democrática y cultural en Bolivia. Para mí, en cambio, los últimos 13 años en Bolivia y con el gobierno de Evo Morales, hubo reformas capitalistas y ninguna de ellas apuntó siquiera a reestructurar el modo de producir bienes y servicios en este país.
Otra discrepancia sustancial es que ellos le creen a Morales sobre lo que éste llama golpe de estado, el que lo habría obligado a renunciar e irse a México, con lo que pretende ocultar el fraude electoral descomunal que promovió y/o que consintió. Para mí ha sido la fuerza de las masas, una rebelión popular la que echó del poder al hasta hace días presidente autoritario.
Afirmo que seguiré con la Revolución Cubana, ininterrumpida e indomable, sobre todo antiimperialista irreductible. Me aferro, además, al mensaje de Fidel, dejado a los bolivianos poco antes de partir a su Cuba natal: los revolucionarios harán todo lo que esté a su alcance para evitar el restablecimiento del capitalismo en Cuba.
Y aunque el desencuentro entre los cubanos y este periodista a menudo solitario sea definitivo, respecto de la aparente revolución democrática y cultural de Morales y sobre el inexistente golpe de estado contra el exmandatario, seguiré con la Revolución Cubana, a pesar de todo.
Continuaré, asimismo, con el consejo del poeta paceño y boliviano, Jorge Suárez: “Desde su sendero/ pelea el guerrero,/ desde mi sendero/ peleo yo”.
*Periodista