Homenaje a Jorge Gumucio Granier
viernes, 21 de agosto 2020
Jorge Gumucio Granier, QEPD. Es muy triste la partida de uno de los más preparados diplomáticos de las últimas décadas, el embajador Jorge Gumucio Granier, injustamente perseguido por la mafia judicial del MAS, un honorable soldado de la causa marítima cuyo vínculo con el mar se remonta al cónsul boliviano en Tacna en inicio de la Guerra del Pacífico, Manuel Granier. Su principal obra, “EEUU y el mar”, es un texto clave para entender cuan errado y dañino fue cierto enfoque de advenedizos que con un Shemaugh palestino o con un balón de fútbol se ufanaban de ignorar la historia de la reivindicación boliviana por la reintegración en el Pacífico.
En mayo de 2005, por fin salió publicada una entrevista que me concedió tras una larga gestión. La persecución política de la que era objeto, lo hicieron comprensiblemente desconfiado.
Hablé con su hija y recurrí a Fernando Salazar para que intercedieran en inspirar confianza no en alguien que ese momento ejercía el periodismo, sino a un admirador de su obra.
La gestión fue exitosa y hoy comparto posiblemente la última o penúltima entrevista que dio a medios el embajador Gumucio Granier. La dividí en dos partes, la primera sobre el tema del mar, la segunda sobre su testimonio durante el secuestro en la embajada del Japón de la que en esta parte solo están un par de preguntas. (El pésimo servidor web de La Razón ha extraviado el trabajo de años de quienes pasamos por su redacción; sin embargo, tomé la precaución de guardar en formato de texto la mayoría de los trabajos que hice).
El Estado debe rendir los mayores honores al embajador Gumucio Granier y limpiar su nombre de la perversa persecución a la que fue sometido por quienes sí deberían estar en el banquillo de acusados y metían juicios a gil y mil, sin ton ni son, a mí incluido.
JORGE GUMUCIO: CHILE REPITE LA ESTRATEGIA DE MIEDO QUE USARA EN 1920
Jorge Gumucio Granier, diplomático de amplia trayectoria, habla de la demanda marítima, de Chile, Perú y el secuestro que sufrió en 1996.
Jorge Gumucio. La Razón-Archivo.
La Razón (Edición Impresa) / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz
00:04 / 03 de mayo de 2015
19 de febrero de 1879. El cónsul de Bolivia en Tacna, Manuel Granier, espera en Arica la llegada del vapor Amazonas, que transporta a los bolivianos que escapan de la violencia y saqueo de las tropas chilenas, tras la invasión de Antofagasta, el 14 de febrero. Granier enviará luego a La Paz la noticia del asalto chileno. Menos de cien años después, Jorge Gumucio Granier, bisnieto de aquella autoridad diplomática (que fue una de las primeras en enterarse de la ocupación), comienza su carrera diplomática íntimamente ligada al tema pendiente que tiene Chile con Bolivia, al haber dejado al país sin una salida al mar. Gumucio es, sin duda, una de las personas que más ha estudiado la cuestión marítima.
— ¿Cómo ve el planteamiento de la demanda boliviana en La Haya?
— Sin la demanda estábamos imposibilitados de salir adelante. Creo que fue un acierto el contratar un buen grupo de abogados. El planteamiento jurídico me parece no tan original sino realmente auténtico para obligar a discutir el tema. Ha habido una oportunidad que se ha presentado, y veo importante que se la haya aprovechado.
— ¿Cómo se puede hacer la diferencia en este juicio, a diferencia de 1920 en la Corte Permanente?
— Lo que pasa es que Bolivia nunca tuvo una posición de nivel mundial, siempre fue muy localizada. Entonces, cuando Franz Tamayo hizo el planteamiento ante la Liga de las Naciones, se hizo en conjunto con el Perú, pero apenas se inició el juicio Perú se retiró y nos dejó solos con un triste resultado. Chile sí tenía muy bien montado su aparato en la Liga. Entonces, el planteamiento de Bolivia fue un poco a destiempo y a contranatura del espíritu de los que manejaban la Liga en ese momento.
— En su libro Estados Unidos y el mar, usted dice que si de algo sirvió el juicio de 1920 fue para llamar la atención de Estados Unidos, ¿cuán importante puede ser hoy ese país en relación a la reivindicación?
— Estados Unidos es un país de mucho prestigio internacional. Desde el principio estuvo involucrado en el tema marítimo. Originalmente fue partidario de la entrega de Arica, porque éste era el verdadero puerto de Bolivia. Cuando se reanudaron las relaciones (años 20 del siglo pasado), el vocero americano recibió instrucciones de ayudar a la gestión para que Arica pueda ser el puerto boliviano, entonces había un involucramiento americano para ayudar a Bolivia.Posteriormente, en varias ocasiones se ha planteado el tema. El primer trabajo de quien fue vocero y abogado de Bolivia, (Daniel) Sánchez Bustamante, vio la necesidad de llegar a un acuerdo con Estados Unidos sobre el tema.
— ¿Qué debería hacer el Gobierno en relación a Estados Unidos?
— Las relaciones nunca se han roto, pero se ha dejado de tener embajadores, eso perjudica una buena relación. El tema está no solo en buscar una relación vía embajadas, sino en un relacionamiento de alto nivel con gente de su Departamento de Estado. Eso me parece que no tenemos, porque la embajada en Washington (Estados Unidos) está prácticamente en cero; no solo se trata de un buen embajador, sino también de personal que sepa trabajar en Washington, y eso no hay o no se aprecia.
— ¿Cómo ve la campaña mediática chilena que busca infundir miedo?
— Desde la época de la Liga, ése siempre ha sido el pretexto chileno: anunciar y decir, las fronteras están en peligro, va a ser un desajuste mundial. Ésa ha sido la cantaleta de Chile siempre. Ahora, (Heraldo) Muñoz está repitiendo lo de 1920: trata de asustar al mundo, (afirmando) que la demanda boliviana involucra un desconocimiento a los tratados internacionales y pone en peligro otras fronteras. Siempre fue su pretexto para justificar la conquista territorial y que no se revise lo que conquistaron con las armas.
— La posición es mentirosa.
— Claro, y siempre montada con acierto. Usan mucha artillería y están mejor colocados que Bolivia cuando buscan colocar el tema. Chile siempre ha jugado a tratar de asustar, planteando que defiende el sistema internacional y Bolivia lo desconoce. Como dices, es un argumento falaz que lo saben utilizar. En eso Muñoz es un maestro, ha recuperado la posición chilena tradicional.
— No obstante, en Chile, más allá del Estado, no hay unanimidad ni siquiera en la clase política.
— Pero lo que cuenta es la posición del Estado, que en eso es firme; más allá de que hayan chilenos que nos den la razón.
— ¿Cómo ve a la contraparte boliviana, el trabajo de la vocería con Carlos Mesa?
— Creo que ha entrado al tema con fuerza. Hay alguien con prestigio que está detrás del tema. Tiene una serie de cualidades que le permiten ser un vocero que llega, pues no basta ser vocero, sino ser escuchado. Lo que Carlos Mesa ha logrado es que se le escuche, a diferencia de casos pasados.
— ¿Las características de Piñera y Frei no han sido igual de favorables que las de Mesa?
— Han sido jalados por Muñoz, preocupado de que el tema crezca y perjudique a los intereses chilenos. Hasta hace no mucho, Frei era partidario de un acuerdo con Bolivia, pero Muñoz lo ha radicalizado y obligado a adoptar una posición dura que no permite ninguna solución negociada, argumentando la seguridad de la frontera basada en el Tratado de 1904.
— Asumiendo un escenario favorable para Bolivia después de La Haya, ¿cómo preparar el diálogo y la negociación en una segunda fase?
— La posición con Chile es muy difícil, porque su Estado siempre va a tratar de evadir el tema. Entonces, Bolivia no solo debe conseguir que Chile ceda, sino que tenga que revisar su posición. Eso es lo más difícil, sobre todo porque hemos descuidado la relación. Oficialmente no tenemos relaciones, y la gente que va a nuestro Consulado no es de alto nivel como para modificar la situación. Otra cosa fue cuando tuvimos de cónsul, por ejemplo, a Gustavo Fernández; hubo un principio de aproximación, eso hoy ya no se da.
— ¿Bolivia debe iniciar una aproximación como la mencionada?
— Más que un acercamiento hay que buscar un relacionamiento que hoy es inexistente, sin tener que decir que existen relaciones.
— ¿Usted contribuyó con la resolución de la OEA de 1983?
— Era embajador en Naciones Unidas y Fernando Salazar de la OEA en Washington. Para los temas con Chile yo viajaba a las reuniones para apoyar a Bolivia. Coordiné y apoyé a Salazar en las gestiones para llegar a la famosa resolución de 1983. Anteriormente, conocí al canciller chileno y estuvimos hablando para buscar una salida, pero en 1983 fue una resolución lograda por Salazar. Resultó positiva, en última instancia, porque Chile estuvo de acuerdo. Antes, Chile votaba contra las resoluciones de la OEA.
— ¿Qué podemos esperar de los alegatos que comienzan?
— Los abogados que Bolivia ha contratado no solo son de mucho prestigio, van a lograr una buena situación para Bolivia, cosa que no se dio antes, por eso la preocupación de Chile.
— Llama la atención que usted no sea parte del equipo marítimo…
— Bueno, del tema marítimo habemos varios que lo hemos estudiado, pero si me necesitan estoy ahí.
— ¿Qué opinión tiene de las conversaciones “gas por mar” (1999-2002)?
— No eran factibles. (Jorge) Tuto Quiroga tenía una clara concepción de los problemas con Chile, empezando con el marítimo. (Edmundo) Pérez Yoma pensó que era posible, pues como buen chileno siempre ignoró el tema boliviano.
— Usted fue embajador en Perú. ¿Cómo ve a Lima en relación al mar?
— Mira, el Perú siempre va a estar en una posición de privilegio, es un país especial para Bolivia en este caso, aunque va a tratar de no involucrarse en el tema, porque hoy tiene otros intereses con Chile. En ese sentido, los peruanos van a tratar de evitar el problema.
— ¿Cómo veía, mientras era embajador, la posición de Torre Tagle (Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú), y cómo la ve hoy?
— Torre Tagle siempre ha tenido una posición muy dura frente a Bolivia. Históricamente hablando, siempre fue muy difícil la relación de Bolivia, no con el Perú, sino con Torre Tagle. Siempre fue relativamente antiboliviana o, si no antiboliviana, por lo menos independiente de la ligazón histórica de la relación peruano-boliviana.
— ¿Es un mal panorama para una futura negociación con Chile?
— Lo que pasa es que allá hay una tesis que dice que Perú tiene que jugar un papel y otra que dice que no. Incluso interpretan cómo se debe aplicar o no el Tratado de 1929, donde el artículo primero del protocolo dice que el Perú debe llegar a un acuerdo con Chile. En Perú eso sigue en discusión.
— Dos posiciones peruanas sobre la famosa llave puede ser dañina.
— Exacto. Ayuda a Chile.
— ¿E Ilo?
— El problema es doble. El Perú nos dio facilidades para que podamos utilizar ese puerto, que era uno pequeño que podía crecer si Bolivia le daba carga, lo que no ha sucedido. Eso ha abierto las opciones para que un empresario peruano asociado a Chile quiera administrarlo. Se trata de la misma empresa que tiene Matarani, Iquique y, en parte, Arica. Entonces, Ilo ha perdido un poco la opción de ayudar a Bolivia. El interés peruano-chileno en Ilo, que todavía no se ha plasmado, pero está ahí, perjudicaría enormemente si se lleva adelante. Lo que ha complicado Ilo fue meter el tema de la Fuerza Naval Boliviana y la presencia militar en Ilo, porque Perú siempre ha sido muy sensible a los temas de su soberanía.
— ¿Fue un desacierto de Evo Morales plantear una base naval?
— No fue de Morales, sino de la Fuerza Naval. Antes de Evo, ellos ya querían tener una presencia que el Perú no aceptaba. El Perú aceptó tener estudiantes bolivianos en la escuela naval peruana, pero no una base boliviana.
— ¿Qué acciones debemos realizar con Perú para mejorar la relación pensando en una futura negociación con Chile y el Tratado de 1929?
— Hay que tener una legación diplomática que conozca el Perú y entienda sus prioridades, porque no hay que olvidar que en Perú hay dos versiones, la favorable a Bolivia y la que prefiere la cautela. Para ello se requiere una embajada que pueda trabajar a todo nivel.
— ¿El nombramiento de Gustavo Rodríguez no responde a eso?
— Es sin duda una mejor opción; sin embargo, no basta el papel del embajador, tiene que haber un papel de la embajada. Creo que ahora Rodríguez está muy solo, se necesita un equipo de embajada.
— Pasando a su secuestro (1996-1997), ¿cómo lo vivió?
— Casualmente hoy (22 de abril) se cumplen 18 años de que nos liberó el Ejército peruano. El secuestro se inició en vísperas de Navidad, aprovechando la fiesta del Japón; hubo como 700 rehenes, número que disminuyó. Al final quedó una veintena de japoneses, y el único no japonés ni peruano fui yo, porque había un grupo del MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru) preso en Bolivia y querían canjearme con ellos.
— Los vinculados al secuestro de Samuel Doria Medina.
— Exactamente, y también un peruano del secuestro de (Jorge) Lonsdale.
— Del CNPZ (Comando Néstor Paz Zamora).
— Pero eso no se dio y por eso me quedé hasta el final.
— ¿Cómo era el día a día?
— Fueron 126 días. Entramos a un acuerdo. A las 07.00 llegaba el desayuno: pan molde y café. A las 12.00 llegaba el rancho: un poco de arroz con pollo o con carne; en la cena lo mismo, a las 18.00. La comida era revisada por los del MRTA para ver si había armas o mensajes. Ésa era la rutina. Entre los secuestrados estaba, al inicio, un colombiano de la Organización Mundial de la Salud. Fue él quien organizó un sistema de gimnasia para botar los nervios, de esa manera se pasaba el día a día. Había gente que se entretenía con naipes o leyendo libros. Los del MRTA practicaban su defensa frente a un presunto ataque.
— ¿Tuvo alguna relación de identificación con sus captores?
— Bueno, porque varios de ellos venían de zonas muy cercanas al Beni, en la amazonía peruana, y estaban vinculados con las radios bolivianas, pero nada más.
— El día de la liberación los captores jugaban fútbol.
— Los terroristas se entretenían jugando fútbol, decidieron que los rehenes no debían participar para evitar complicaciones. Jugaban abajo y nosotros estábamos obligados a estar arriba. Ellos jugaban para tratar de entretenerse y no subir de peso. Comían mucho, más de lo normal, entonces estaban con sobrepeso. La liberación fue después del almuerzo, unos hacían una siesta. Entonces, nos avisaron que había llegado la Marina. Empezó el tiroteo. Ahí cada uno tomó sus recaudos. Los propios policías rehenes nos organizaron para tratar de evitar estar en la primera línea. Ingresaron las tropas y fueron liberando habitación por habitación. Nos sacaron por una puerta que daba al jardín. Salimos y esperamos a que acabara la operación.
— ¿Cómo era Néstor Cerpa Cartolini, jefe de los captores?
— Era muy violento. Venía del sindicalismo. En su historia tuvo un problema con una fábrica que la dirigía un chileno. Entonces Cerpa se sublevó y ahí inició su carrera. Quedó muy resentido. Luego apresaron a su mujer. Estuvo en Bolivia recibiendo dinero precisamente del secuestro de Doria Medina. Con ese dinero hizo la acción militar contra la embajada japonesa.
— Había niños guerrilleros.
— Sí, había un muchacho y una muchacha de 16, estaban involucrados en la lucha interna del Perú. Cerpa tenía cerca de 38-40 años, era muy duro y estaba en guerra, quería liberar a su mujer y no podía. Su madre y su hijo estaban refugiados en Francia.
— No hubo sobrevivientes del MRTA.
— De los rehenes murió un juez, y el canciller Francisco Tudela (Perú) fue herido de bala. Los emeretistas fueron muertos. Ahora, ¿en qué condiciones?, no puedo decir porque no vimos.
— ¿Una vez libre, cuál fue su impresión?
— Me impresionaron los rayos del sol. Cuando salí al aire libre, sentí el sol y fue una nueva sensación.
Perfil
Nombre: Jorge Gumucio Granier
Profesión: Abogado, diplomático y doctor en Filosofía
Datos
Es diplomático. Autor de los libros Estados Unidos y el mar, El enclaustramiento marítimo de Bolivia en los foros internacionales, Origen del enclaustramiento de Bolivia y del Tratado de 1904, y otros.