Manuel Gonzales Callaú
15 noviembre 2019
En estos últimos 30 días se ha puesto en evidencia el engaño al que ha sido sometido, al menos, la mitad de los habitantes de Bolivia.
Después de casi 14 años en el poder, cuando empezaron las primeras movilizaciones de indignados ciudadanos en contra de un fraude electoral instrumentado por el régimen de Evo Morales y García Linera, ellos y sus principales operadores “descubrieron” que con esas manifestaciones se estaba perjudicando el derecho al trabajo a la mayoría del país que es cuentapropista, es decir, que gana su sustento día a día, que no depende de nadie sino de su trabajo diario.
No podemos entender, como decía el primer jerarca, que renunció y huyó del país, que en más de 13 años su régimen no haya podido generar industrias, empresas útiles y sostenibles, donde esa enorme masa tenga puestos de trabajo permanentes, con salarios justos, con seguro de salud, con derecho a vacaciones, jubilación, etc., Y no como ahora con empleos eventuales.
Cuánto dinero se ha despilfarrado en estos casi 14 años del masismo en obras faraónicas, muchas inútiles, mal hechas, ejecutadas sin licitación pública por empresas privilegiadas, quién sabe con cuántos beneficios por los sobreprecios que tuvieron.
Evo Morales pretende seguir engañando a la masa que aún le sigue y también a la opinión pública internacional con una máscara izquierdista, cuando en realidad cogobernó con la burguesía –con el empresariado citadino y agroindustrial, con los banqueros, con los medianos empresarios cooperativistas mineros, cocaleros y comerciantes– con todos esos sectores que se enriquecieron más que en ningún otro gobierno anterior; se dijeron antineoliberales, pero ejecutaron y mantuvieron las políticas neoliberales que heredaron.
No se puede entender cómo aún mucha gente sigue siendo engañada por la propaganda de los duros del MAS, para que salga a las calles a defender al régimen impostor de Morales y García, cuando esa masa no ha cambiado tanto sus vidas, aparte de tener un nuevo celular cada año y aspirar a más si se arriesga a incursionar en el contrabando u otra actividad ilícita, pues si no lo hace así, seguirá siendo cuentapropista, viviendo al día.
¿Es esa la tan publicitada nueva clase media que salió de la pobreza, según Morales y su séquito? ¿Ya no ser pobre es seguir siendo jornalero en la albañilería, en la plomería, en la venta callejera, en el servicio doméstico –pero con celular de última generación y ropa comprada en la Feria 16 de Julio– cuentapropistas que no tienen ninguna seguridad de continuar al día siguiente en esa su eventual actividad, cuentapropistas que están echados a su suerte sin que sus eventuales patrones ni ellos coticen para contar con un seguro de salud o para que se jubilen?
Es tiempo de recapacitar para no seguir siendo engañado, es tiempo de que con razón propia se avance hacia un país justo, solidario, sin los politiqueros que hicieron poco en estos casi 14 años, es tiempo de recuperar los derechos constitucionalizados.
¡Basta de mentiras e impostura!