Manuel Gonzales Callaú
Domingo, 24 noviembre 2019
Estamos frente a una escalada propagandística mundial del círculo mentiroso de los autodenominados Socialistas del Siglo XXI.
Antes de la huida de Morales y García a México, ex primeros mandatarios de Bolivia, los medios de ese grupo hicieron eco, como siempre, de la preparación de un golpe de estado, versión que la siguen repitiendo, tratando de convencer a desinformados. Pero no sólo, en su libreto falaz, incorporaron también un recurso para victimizarse: el “odio al indio”, queriendo así argumentar que en Bolivia se articuló un complot racista contra el gobierno de Morales.
No pocos medios, con influencia, de América y Europa, han caído en esa campaña de desinformación. Hablan de un régimen dictatorial cívico-militar, de represión brutal, de la presencia de militares por doquier, de víctimas mortales por balas de las Fuerzas Armadas, etc., Sin embargo, si bien hubo presencia militar en determinados puntos de conflicto fue porque los partidarios de Morales hicieron uso de explosivos y armas de fuego, además la quema de vehículos de transporte público, de viviendas particulares, saqueos de negocios, destrozos en fachadas de residencias particulares, agresiones a uniformados e, incluso, a la prensa.
Si hubiera un golpe de estado, como pregonan la prensa internacional, el Órgano Ejecutivo no se hubiera sentado con todos los dirigentes de sindicatos que aún controla el partido de Evo Morales, como lo hizo la noche del viernes 22 hasta la madrugada del sábado 23 de noviembre. Si hubiera un golpe de estado, todos esos dirigentes ya estarían detenidos o confinados, como hicieron gobiernos dictatoriales e incluso democráticos, cuando dictaban estado de sitio.
Si hubiera un golpe de estado y un régimen dictatorial no hubieran consensuado los asambleístas legisladores del derrocado MAS y los antes opositores, una convocatoria a nuevas elecciones nacionales, la que se tradujo en una ley que fue promulgada por la Presidente provisional el domingo 24.
Morales como sus adláteres mienten y, lo peor de todo, es que la prensa internacional, repite sus mentiras.
Durante los días más álgidos de la convulsión generada por los partidarios del MAS, periodistas extranjeros montaron escenas que aparentaron heridos caídos o gasificados, a fin de justificar sus notas en sus países de origen. Esta campaña de desinformación estuvo respaldada y, aún lo siguen, instituciones “académicas” como el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR)
Lo cierto es que en estos casi 14 años en que estuvieron Morales y García en el poder, montaron un aparato propagandístico descomunal. Según el periodista Humberto Vacaflor, de acuerdo a datos oficiales, los gobernantes depuestos gastaron 4 mil millones de dólares en propaganda. Ese dinero, desde luego, sirvió para “convencer” a muchos periodistas extranjeros para que reproduzcan el “milagro” boliviano en todos estos 14 años y ahora para que denuncien los “atropellos” al “humilde” indígena que no respetó la voluntad del pueblo en las urnas.
Las mentiras de Morales en el último tiempo, suma y siguen, de las que anotamos algunas:
—Dice que ganó las últimas elecciones en la primera vuelta con un margen superior a 10 por ciento respecto del segunso candidato más votado; sin embargo, la Comisión Observadora de la OEA afirmó que hubo irregularidades por lo que recomendó realizar una segunda vuelta.
—Dice que no hubo fraude, desconociendo así el informe de la Comisión de la OEA, a la que él mismo la invitó a hacer el auditaje.
—Dice que renunció a la Presidencia; sin embargo, inmediatamente, señaló que continúa siendo Presidente porque su renuncia no fue aceptada en la Asamblea Legislativa
—Dice que hubo un golpe cívico-militar-policial, cuando en realidad la ciudadanía indignada se movilizó, la que en muchos casos recurrió a cerrar vías sólo con “pititas”, como despectivamente dijo Morales.
—Dice que su lecho en el Chapare, antes de huir a México, fue el suelo, una frazada y un mosquitero; en realidad esa fue una imagen posada para que su equipo de propaganda la difunda, a fin de causar lástima.
—Dice que su único delito fue ser indígena, que por eso lo derrocaron; en realidad ese discurso lo repite desde hace más de 13 años, con la intención de ampliar una política racista que se intensificó tras su derrocamiento
—Dice que Estados Unidos le ofreció un avión para salir de Bolivia
—Dice que de niño le obligaban a cantar la canción “Lamento boliviano”. La verdad es que esa canción se hizo popular en 1994, cuando Morales tenía 35 años.
—Dice que la represión policial, mostrada en un video sucedió en Bolivia, cuando en realidad ese suceso fue en México.
—Dice que está dispuesto a regresar a Bolivia para pacificarla, cuando en realidad su intención es continuar convulsionando el país, como lo sigue haciendo desde su exilio.
Morales es un impostor redoblado: se dice indígena y arremetió contra los indígenas de tierras bajas en Chaparina (Beni); se dice izquierdista y cogobernó con la derecha empresarial agropecuaria industrial, banquera, comerciante, minera; se dice ecologista y amplió la frontera agrícola, autorizó el uso de transgénicos y la quema controlada, ocasionando un incendio de gigantescas proporciones de bosques no aptos para actividades agropecuarias; se dice pacifista y ordenó el cerco a las ciudades, el combate sin tregua, la rendición de los pobladores por el hambre, con tal de retornar al poder.
Es una lástima que cierto periodismo tenga en sus filas mercenarios de la pluma, sin ética, que no se avergüenzan de repetir las mentiras inventadas por el impostor (que dice una cosa y hace otra) que les financia. Es lamentable que algunos periodistas estén degradando este oficio, al extremo de que la verdad ya no sea importante para ellos, sino la reproducción de falsedades con tal de falsificar la imagen del impostor derrocado quien, no oculta su sed de poder.